sábado, 9 de junio de 2012

VISITA ILUSTRE (PARTE 1)

Un domingo de febrero cualquiera, al borde del diluvio. Eran las once de la mañana y en medio de nuestro desayuno, suena el celular de Nadia.
-Uy, es Laura!-
-¿A esta hora, qué quiere?- me dije
-Hola, loca, qué raro vos a esta hora ¿qué querés? ¿venir a almorzar? bueno, esperá que pregunto -ahora me habla a mí- che, quiere venir a comer con nosotros Laura-
-Decile que venga- me hice el dubitativo...
-Dijo que vengas, te esperamos entonces-
Este fue el puntapié inicial de este domingo cualquiera; al borde del diluvio. con un calor categóricamente intenso y una visita inquietante.

Nadia y yo llevamos hasta ese momento unos cuantos años juntos, con los altibajos de toda pareja arrutinada. Ambos con 33, bien físicamente, bien sexualmente. Cuando andamos por la calle nos miran. Y cuando nos miran los más chicos (léase los de 18, 19, 20 años) nos reímos de nuestra sensualidad madura.
-Seguro se peleó con los padres de nuevo-
-Ya sabemos que es complicada, Na. Está más loca que la mierda-
-¡Y no aprende, eh!-
-Para nada, así va a terminar: sola. Va a tener que pagar para que la cojan, o matarse a pajas-
-¡¡Qué exagerado que sos!! alguno se la va a poner, y además... qué sabrás vos si se mata a pajas-
Pronto fueron las doce.
Doce y diez sonó el timbre. Fui a atender creyendo que era Laura y me encontré con una testigo de Jehová que en diez segundos me taladró el bocho con el fin del mundo y me acusó de llevar una existencia inmoral y que solamente su iglesia podía darme la salvación.
-Si fuera el fin del mundo como decís, nadie se salvaría porque es el fin mismo. Así que tu discurso no es creíble ¿o va a desaparecer todo excepto TU iglesia? ¿y cómo me van a salvar si dejan morir a la gente que necesita sangre.....eh?-
-.....-
-¿Quién era, vino Laura?-
-Creí que era ella, era una charlatana de los testigos de la nada-
-Cómo rompen las pelotas-
Seguimos ordenando un poco la casa. A eso de la una menos veinte vuelve a sonar el timbre.
-Dejá que voy yo ahora- dijo Nadia. Pasan unos minutos y vuelve de la vereda.
-¿Y quién era ahora?-
-Un vendedor, por poco me obliga a comprarle!-
-Me hubieras llamado-
-No hacía falta-
Pasaron otros pocos minutos y otra vez el timbre. No recuerdo si alguna vez un domingo por la mañana hayan llamado tantas veces seguidas a la puerta. Fue Nadia de nuevo, pero esta vez fastidiada. Cuando abrió la puerta con ganas de putear a quien era, el malhumor se le esfumó. Al fin apareció la esperada visita.
-Hola Gastón, dónde estás metido, llegué- me levanté de la mesa de la cocina y fui a buscarla. Cuando la vi tuve que disimular la reverenda erección espontánea que "apareció", no podía haberse vestido más sexy porque no sé. Pantalón corto de jean, musculosa violeta bien ajustada con ombligo al descubierto y sandalias también violetas
-Che, muy producida para la ocasión- nos dimos un abrazo, un beso y me tocó la cola a la pasada como sin querer
-Y hace calor, boludo. De paso tomo sol-
-¿Cómo andás, boluda? -interrumpió Nadia -llegaste casi para comer-
-No creías que iba a venir más temprano, seguro ustedes se levantaron tarde ¡andá a saber la nochecita que tuvieron!-
-¿Y tu nochecita?- pregunté con ambigüedad entre risas -porque nosotros tuvimos visita-
-¿Y quién vino?-
-Andrés vino- dijo Nadia con mueca
-¡¿Andrés?!- no caía Laura -ah, Andrés, justo vino ¡qué mal!- empezó a reírse
-Así que cada uno con su almohada y a otra cosa- contestó Nadia
-Entonces los acompañé, mi noche fue un clavo...-
-¿Qué pasó anoche?- pregunté
-Me iba a encontrar con el hermano de Cony, mi amiga, y ni apareció. De bronca me acosté temprano-
-¿Y qué es "temprano"?- quise saber
-Las dos de la mañana. empecé a ver una peli y palmé-

Fuimos los tres a la cocina y nos organizamos. Seguí cocinando mientras ellas ponían los platos, los cubiertos, los vasos, limpiaban la mesa. Hablaban de boludeces variadas, bueyes perdidos y encontrados. De tanto en tanto. miraba de reojo a Lau y concluí en que aún estaba tan buena como hace tiempo atrás. O tal vez mejor, ya que con sus 33 años como nosotros (en un lapso de dos semanas coinciden nuestros cumpleaños), sumaba rodaje de vida a su envase. No, nosotros no estamos hechos mierda como supondrán. Nadia está muy bien, físicamente en su plenitud. Pasa que al estar tanto tiempo juntos ni noto los cambios. Deduzco que está bien por la forma en que los tipos la miran por la calle, los pendejos ni hablar, la cogen con la mirada...Y el hecho de tenerla y de darle matraca tan seguido, he perdido la perspectiva. No así con Laura, que de tanto haberla deseado y tanto darme la cabeza contra la pared, se tornó una "cuestión de estado" la ilusión obsesiva con su cintura, sus pechitos y sus piernas largas que me rozan a la pasada

Efectivamente: antes de Na, la abordé de todos los flancos posibles hasta que me resigné y di por perdida la conquista. Luego apareció mi mujer en mi vida. Asunto casi concluido ¿casí? Si no fuera porque luego Laura y Nadia se hicieron íntimas amigas (parece una broma pesada del destino) la hubiera olvidado de seguro. Y no!. Laura siguió habitando en mi existencia; luego se abrió unos tres años cuando conoció a un tipo con bolsillo generoso. Un tipo que en realidad le duró diez meses. Los dos años y dos meses restantes estuvo sola y distanciada. Supe de un par de revolcadas ocasionales que tuvo por un amigo en común que no sabe Laura que somos amigos y me tuvo al tanto involuntariamente. Y nada más.
De la nada volvió a nuestra rutina hace unos dos años y medio pero viéndonos menos. En ese lapso, Nadia y yo formalizamos y nos fuimos a vivir juntos. Algunas veces Laura se quedó a dormir en casa. Y algunas veces esto fue motivo de quilombo.
Así hasta este domingo.
Retorno a Laura No puedo evitar mirarle las piernas y el culo. Se ata el pelo y me mira
-¿Falta mucho para el morfi?-
-Casi, casi-
-Gastón, estás más gordito, se te ve re bien, estás re lindo-
-Porque lo hice engordar ¿te acordás de lo flaco que era?- agregó Nadia
-Estaba flaquito, miralo ahora vos-
-¿Tanto se me nota?-
-Y... tenés la cola más rellenita-
-Bueno, no mires mucho-
-Dejala Na, con mirar no hace nada-
-Hubiera mirado antes cuando tuvo la oportunidad, y no ahora que sos mío-
-Ay, Nadia, te pensás cualquiera- Laura no se calló, nunca se calla
-A mí no me tomes por tarada, cuántas veces te hiciste la linda adelante mío y cuando él estaba solo lo ignorabas-
Decidí cortar este diálogo invitándolas a almorzar
-Apréstense para el almuerzo!- miro el reloj: trece y treinta. Pienso que voy bien, calculé el tiempo exacto

El almuerzo se pobló de bueyes perdidos y encontrados. noto en Nadia esa incomodidad de su pérdida de la paciencia. No entiendo por qué comportarse así; jamás estuvo agresiva con Laura de esta manera como hoy. Sí es de tirarle palos pero nunca la agresión directa. Nunca así, ni cuando después de una madrugada de sexo agotador de la nada me preguntó lo inevitable:
-Decime la verdad ¿qué onda realmente con Laura? ¿Hubo algo entre ustedes antes de que aparezca yo, te la volteaste? para no quedar como un imbécil, le aseguré que sólo unos manoseos, unos besos y quedó la cosa en suspenso, que nunca aclaramos qué queríamos y no la seguimos. Jamás dije que ni un roce hubo.
Lo más perturbador es que cierta vez, Nadia le preguntó a Laura qué pasó (una vez que salimos los tres a tomar un café un viernes por la noche hace unos meses), como si no me creyera. Pero sin jamás ponerse de acuerdo conmigo ¡¡Laura dio una versión similar de los supuestos hechos!! ¡¡y sin jamás haberme escuchado!!
-Nunca nos preguntamos qué queríamos, nunca me propuso ir más allá-
-¿Y lo otro?-
-¿Lo otro qué? ¿sexo? me hubiera gustado pero no me animé a decirle que sí, que quería coger con él. Pensé que era de calentura, así que le dije que sexo con él, no-
-¿Por qué no?-
-Ni idea Nadia, me quedé con las ganas!!-
Encima de mentirosa, hija de puta. Debe ser el instinto competitivo femenino que las hace sacarse los ojos las unas a las otras. Nunca pasó nada entre nosotros. Yo mentí para no pasar por mamerto. La otra mintió para incomodar a su amiga, mi mujer; para hacerla dudar de mi fidelidad y de nuestra amistad.
Y mi mujer, otra loca en este sentido. Elegir de amiga íntima a quien la cree como una tercera en discordia. Cualquier otra le hubiera pegado una patada en el orto para mantenerla lo más lejos posible del marido. Pero no, Ahí están, como si nada pasara, y eso que hace unos minutos estaban casi de los pelos.


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