martes, 5 de enero de 2010

LA TAZA DE TÉ - PARTE 2

Le hice caso. Medio mareados por la cerveza artesanal de ese bendito pub de la calle Reconquista, paró un taxi.
-Llévenos a una milonga, tengo ganas de bailar tango-
-Como diga señorita. ¿acaso es extranjera usted?- le espetó el tachero.
-Ambos, yo soy más irlandesa que él-
-Pero maneja muy bien el castellano-
-Y... mi tío bisabuelo se vino a vivir acá hace muchos años y tengo mi familia argentina, vengo todos los años- la escuchaba a Carolina y me aguantaba la risa... le presté atención: pelirroja con rulos, pequitas, ojos verdes, piel blanquísima, y una figura terrible.... la altura ideal diría (1,69) ¿cómo podía estar justo yo al lado de semejante hembra? ¿qué me vio? Se puso a hablar de lo lindo con el tachero y yo, miraba las veredas sin oir la conversación. De repente frenamos. Pagó ella y me dijo que bajemos.
-Che, nene, ni una palabra-
-Odio hablar con los taximetreros-
-¿taxiqué? hablame en criollo!!!-
-¿Criollo, y te hacés la irlandesa?-
-jajajajaja, sos un boludo, me gusta jugar así con la gente. Dale, vamos a bailar un poco-
-¿Y tango? no sé bailar esto-
-Yo te enseño, total tenés que apoyarme toda- oí esto y se me quemó el cerebro. Entramos y había gente de toda edad. Los bandoneones de la música de Di Sarli atronaban el salón. Me tomó de las manos y pidió a uno de los mozos que nos saque una foto. Se acomodó cual bailarina y se me tiró encima. Amagué robarle un beso. Nos atacó el flash y salió de la pose.
Me llevó a la pista sin perder tiempo y empezó el papelón. La paciencia de Carolina fue infinita. Me marcó los pasos y para mi asombro, pude hacer unos pasos decentes; claro que, los demás habitués se cagaron de la risa de lo lindo primero, y luego, al ver mi tozudez por sacar un paso, se solidarizaron y los hombres hasta me enseñaron cómo agarrar a la compañera.
-Así, pebete, con ganas, hacé de cuenta que la tenés en la amueblada!- me dijo un señor bastante mayor que estaba con su esposa. Caro lloraba de la risa.
-Amueblada... te falta mucho para llevarme ahí- me dijo al oído.
Nos movimos de lo lindo y debo decir que fue una experiencia muy loca y original. Ni sospeché que le gustaba tanguear, ni por asomo da ese perfil.

A eso de las 5 y media decidimos irnos. Tomamos otro taxi y fuimos para Retiro de nuevo.
-Bueno, acá me despido, la pasé muy bien con vos. Viste, al final aprendiste a tanguear!!!-
-¿Ya te vas?-
-Son casi las 6, ya es de día-
-Pero...- y ni dudé. La tomé como en la milonga y con un quiebre de cintura la besé. No opuso resistencia. Me clavó las uñas en la espalda y hasta me lamió la oreja.
-Esto está fuera de los planes, no pensarás que vamos a coger ¿o sí?-
-¿Y qué dijiste de la amueblada?-
-Noooo, te falta mucho Javi, mejor cada uno a su casa-
Se me fueron las ganas de seguir de yira. Sin decir nada le di un beso pero en la mejilla. Caminé hasta la parada del 106 y me volví para Versalles, donde vivía en ese entonces. Carolina ni me siguió. La ví tomar el 7 y chau.