domingo, 14 de febrero de 2010

LA TAZA DE TÉ - PARTE 3

Llegó el 106, saqué las monedas y subí. A medida que el bondi atravesaba las calles, volví a la realidad. ¿Qué me pasaba por la cabeza? Me sentía como Cenicienta escapando del palacio. El Mercedes Benz, tal vez mutaba en calabaza y Carolina no sería más que la creación de uno de mis sueños. Miré a mis pies: tenía los dos zapatos puestos.
-Si fuera Ceniciento no me encuentra más- Ja...ja...
A eso de las 7 y cuarto llego a la esquina de casa. Bajo y camino con el sol cocinándome los ojos, abro la puerta, me saco la ropa, abro la ducha y al agua pato. Rebobino al baile, los roces, las apoyadas, los quiebres y a la mierda con todo. El beso arrebatado y basta ya, unas manoseadas y la convulsión seminal; me siento en la ducha y la imagino en cuatro.
-Hija de mil... hiciste lo quisiste conmigo-

Pasaron algunos días y no me contestaba los mensajes, la llamé de una vez por todas y la sorpresa: el número solicitado no corresponde a un abonado en servicio. Ocurre que al terminar las clases en la facu, no había más punto de encuentro. ¿Todo fríamente calculado? Pasó enero, febrero, y otra vez a buscarla en los pasillos. No, no es posible que se la haya tragado la tierra. Encima ni el correo le pedí. No tenía idea de dónde buscarla, empezar por los lugares que fuimos es imposible, jamás repite los caminos.
-Odio las repeticiones, jamás hago dos cosas idénticas-
Dí vueltas por todas partes. Estaba enfermándome de ganas de verla y ella... ella desconociendo mi desesperación, mi obsesión por esos ojos verdes y esos rulos incandescentes, esa cintura firme y esas pecas lujuriosas. ¿cómo pudo Carolina jugar así conmigo? Llegó marzo, abril, las clases se suceden y no hay rincón donde el milagro se dé. ¿Acaso se recibió y no me lo dijo? ¿perdió el celular esa mañana y la juzgo mal? ¿o me esquiva como sea? ¿cambió el número para que no la encuentre? ¿se fue a Irlanda? ¿se murió? ¿se mudó? ¿me tomó por boludo? ¿fui otra presa de su colección de hombres cazados? ¡¡¡que alguien me responda!!!

A la salida de un teórico (sin hablarle a nadie, como casi siempre) creí reconocer una cara; me acerqué. Sí, era una amiga de Carolina. Le pregunté qué hizo con su vida, dónde se metió en estos 4 meses sin noticias suyas.
-Ah, debés ser Javier. Mejor no te acerques a Caro, hace siempre lo mismo, te hace probar el dulce y te deja sin torta-
-Pero es distinto conmigo, lo sé-
-No seas necio, no la busques, para ella todos son lo mismo, un pedazo de carne-
-¿Dónde está, cómo la encuentro, dónde vive?-
-Ufff, Parque Avellaneda, es todo lo que sé-
-Ahhh, por eso tomó el 7, y yo que creí que iba hasta Once-
-Hacé lo que quieras, yo te avisé, te va a lastimar-
No me importó nada. Buscaría calle por calle, casa por casa hasta dar con Carolina. Al domingo siguiente fui con el 106 hasta Liniers. Crucé las vías y esperé con paciencia el 104. Era la única forma de ir a Parque Avellaneda desde ahí. A medida que atravesaba Liniers, Mataderos, mi ansiedad subía. Al llegar a la Avenida Directorio el corazón me saltaba y sudaba a mil. Cuando al fin llegué a la esquina de la Avenida Olivera y bajé, caí en la idiotez de mi idea.