viernes, 20 de diciembre de 2013

ENTERRANDO A MAMÁ (PARTE 5)

Mercedes.
Mercedes no era otra que la amiga incondicional de Sofía. La testigo silenciosa. La que siempre tenía los brazos y los hombros libres para todos los desahogos de todos los días. Crecieron juntas desde los 8 años, prácticamente la única persona que tenía acceso libre a la casa de Hortensia. La única de todas las amistades que le cayó en gracia a la madre de Sofía. Hortensia sabía que Mercedes, como casi todas las demás personas, la odiaba en lo íntimo del alma. Pero la vieja sentía cierta admiración y envidia por "esa chica tan esplendorosa que nada es feo en ella", que la usaba como espejo para su hija.
-Aprendé de tu amiga, estúpida. Así quiero que seas, no la bosta que sos-
-Casate con ella entonces, o adoptala-
-¿Adoptarla? a vos te regalaría con moño-

Sofía miró el reloj: nueve de la mañana en punto. No tenía ganas de levantarse ni de volver a trabajar por el momento. Le tomó la palabra a su amigo de no retornar a la rutina hasta que lo quisiera. Miró el techo. Empezó a recordar el café de anoche con Mechi. Comenzó a pensar en ella y se decidió a llamarla luego del mediodía.
-Ya es hora de tener vida social de una vez, sin nadie que me rompa las pelotas- se levantó y buscó ropa para cambiarse. Sin quererlo quedó de frente al espejo de la puerta del ropero. Se miró.
-Qué hacés Sofi, que harás, qué hiciste de vos, qué querrás desde ahora. Te quedaste sola con semejante casa, vas a seguir cobrando la pensión de papá, ahora la de mamá también, tenés laburo ¿qué vas a hacer con tanta guita en la carterita? ¿vas a alquilar un machito para que te coja bien? ¿vas a comprarte un auto nuevo o vas a mandar al taller el de papá? ¿te la vas a patinar en joda, chupi y merca? ¿la vas a guardar y que se pudra en el banco? decidite Sofi, estás sola ahora. Vas a hacer lo que se te cante la gana de tu vida... ¿qué vida? ya tenés 37 años... mirate un poco... sacale el polvo al espejo... mirate... dale, con ganas, mirate bien- hablaba sola entre dientes. Hizo unas poses y se reía de su ridiculez. Pronto entendió.
-No está mamá, boba, disfrutá del ridículo- se sacó el pijama y quedó en ropa interior. Ahora se miró más seria. Lo que el espejo devolvió la conformó. Pese a la edad, no tenía estrías ni celulitis ni arrugas, necesitaba una depilada en las piernas y la entrepierna. Siguió buscando qué ponerse cuando sonó el teléfono.
-Hola Sofi, soy Mechi-
-Hola, boluda, estoy por meterme al baño ¿cómo andás?-
-Bien, pensando en vos. ¿querés que nos veamos a la tarde, cuando vuelva del laburo?-
-Che, y tu marido no dice nada que andás mucho conmigo ahora-
-No, ni se molesta. ¿te veo?-
-Dale, si no se molesta nos vemos-
-Bueno, te paso a buscar por tu casa-
-Te espero- ya cortaba Sofía.
-Sofi...- gritó Mercedes.
-¿Qué te olvidaste de decirme?-
-Que estuve pensando en el café de anoche...-
-Mirá qué cosa, lo mismo yo, me acordé de vos apenas me desperté-
-¿Estabas en la cama?-
-Obvio, no tengo ganas de volver a laburar por ahora-


Cortaron y se metió a la ducha.
Ya bajo el agua, volvió al café de anoche. Bastó que se enjabone para sentir ese calor dormido. La palabra "coger" empezó a retumbar en su mente.
-Uf, coger....- se repitió Sofía. Cayó la esponja y su mano enjabonada resbaló en su vulva.
-Uf, hace cuánto que no me cogen...- sus dedos hicieron el resto.
-Uf, quiero chupar pija... - se secó y corrió a su cama. Se acostó boca abajo y siguió masturbándose. Se puso boca arriba y se vio en el espejo del ropero. Observarse con los dedos entre sus labios la puso más loca.
-Quiero que me cojan, no doy más- y pronto acabó. Se miró la concha toda mojada de flujo, las sábanas   manchadas, y estaba muy agitada.
-Qué placer, pero necesito sentir una pija dura adentro-

sábado, 6 de abril de 2013

ENTERRANDO A MAMÁ (PARTE 4)

BASTA DE PASADO. PROHIBIDO RECORDAR.

Así lucía la leyenda del cartel que Sofía acababa de construir y enmarcaba para colgar del living. Tomó una campera y se fue a caminar un poco, a dar vueltas por ahí sin necesidad de padecer el reproche de siempre desde la ventana de siempre con los gritos de siempre:
-¡¡¡Claro, te vas por ahí a buscar un machito y a mí me dejás sola, putita. Si nadie te quiere a vos, adefesio!!!- 
Por las dudas, y fruto del acto reflejo, dio vuelta la cabeza y respiró con alegría al ver la ventana vacía del balcón, al no oír más que el soplido del viento y las hojas rodar por la calle.
-A vos no te quiso nadie... a vos...- susurró.

Volvió a la heladería del último beso. Se pidió un cortado. A los 20 minutos una mano en el hombro la sobresaltó.
-Hola Sofi-
-Hola Mechi, por fin se terminó todo- se abrazaron y lloró como nunca. Mercedes no necesitaba más palabras que esas.
-A mirar adelante ahora, a buscarte un novio que te haga feliz-
-Yo quiero coger, nena, no doy más- se miraron y se rieron. Mercedes se sentó y se pidió otro cortado
-Debe ser raro para vos que nadie te esté insultando ¿no? ¡por favor, qué madre te tocó! ¿se puede hablar mal de ella?-
-Todo lo que quieran, a mí ni me interesa, total esa yegua ya hizo lo que quería, destruyó mi juventud, me dejó sin vida ¿podés decirme qué hago yo con 37 años? ¿qué tiempo me queda para vivir, eh? pronto voy a ser una señora de 40 ¡¡de 40 años y ni viví!!-
-Bueno, vos lo permitiste también un poco, porque cuando te pusiste firme para volver a laburar y dejar de vivir de la pensión de tu viejo, tu vieja se vino abajo mal. Si estas últimas semanas ya ni se le oía putear-
-Uf, qué se yo... ya está, ahora todo eso es historia y no tengo claro qué voy a hacer con todo-
-¿Con todo qué?-
-Si vendo esa casa y me voy a otro lado- Mercedes la miró fijo.
-¿En serio? ¿querés irte de acá?- la tomó de la mano.
-No, irme a otra casa por acá, mudarme de acá no-
-Pero pensalo muy bien, me imagino que querés hacer eso para despegarte de todo. Yo creo que con una mudanza no solucionás nada, deberías rehacer tu vida en ese mismo lugar y darte cuenta que se puede empezar de nuevo. Seguramente a tu viejo le encantaría que esa casa tenga la alegría que él tuvo-
-¿Te acordás de mi viejo todavía?-
-Obvio, cómo lo voy a olvidar a tu papá, si era un genio. Me acuerdo cuando me grabó en 3 cassettes los discos de Queen- siguieron conversando animadamente un buen rato.
-Che, Mechi ¿cuándo venís a comer a casa?-
-En la semana te llamo y vemos ¿tenés el mismo número de celular todavía? Deberías anotarte en facebook así estamos más en contacto-
-¿Facebook? mmm, me explicás cómo es y entro, no soy muy experta en internet-
-¿Pero en el laburo no manejás la compu?-
-Sí, pero mando mails nada más- Mercedes se rió de Sofía.
-Está bien, si tenés internet en tu casa te ayudo-
-No, no tengo en casa, mi vieja...-
-Sí, claro, la conchuda de tu vieja no quería...-
-Eso mismo, la conchuda...- se rieron juntas.
-Pero tenés el mismo número ¿no? ni me contestaste-
-Sí, el mismo. Llamame-



lunes, 11 de febrero de 2013

ENTERRANDO A MAMÁ (PARTE 3)

Al ver el llavero caer dentro de la boca de tormenta, pegó un grito que llamó la atención de los vecinos chismosos de todo barrio.
-Ay, viejo, esta chica quedó loca con esa Hortensia- murmuró una de las señoras más longevas de la cuadra, que la vio salir, tirar el llavero a la calle y entendió el saltito victorioso y posterior media vuelta a su casa.
-Espero que esa chica pueda ser feliz ahora, todo lo que tuvo que aguantar-
-Sí, viejo, cuántas veces la oímos llorar porque le echaba a las amigas de la puerta-

Sofía le echó lavandina pura a las plantas de la vieja. Quitó esas macetas del patio y las apiló en el fondo.
-Ahora, voy a poner todas plantas nuevas- en eso siente el teléfono que suena. Corre a la cocina a buscar su celular. Atiende. La llaman del trabajo. Trabajo que tomó igual pese a las pataletas de la madre. Trabajo que le ofreció un ex compañero del secundario que soñó con ella alguna vez, pero que hoy ya no. Conoce de su temple para atender gente insatisfecha mejor que varios.
-Che, nena, no tenés necesidad de volver ya, tomate tu tiempo para disfrutar la nueva vida-
-No, creo que con un par de días me basta, si de seguro me mude cuando pueda vender esta casa, si la vendo. Ya sabés, basta de pasado-
-Si, Sofía, ni me lo menciones, te escucho más aliviada-
-No se lo puedo decir a nadie pero sí, me alegré de que esta conchuda malparida se haya muerto-
-Entre nosotros... ¿sabías que le subió la presión y te fuiste a dar una vuelta igual?-
-Digamos que... la noté rara y la dejé sola, no quise escuchar sus insultos y me fui. Volví y estaba en el piso con la nariz largando sangre a chorros-
En estos 2 años que llevaba trabajando en la empresa de su ex compañero, entre horas y horas pudo contarle varias cosas puertas adentro. Los insultos, los gritos, las peleas, los desplantes, los novios que perdió, las amigas y amigos, todo. Que su carácter está a prueba de balas y que ningún berrinche la conmueve, que perdió parte de su vida.
-Bueno, cuando vuelvas la seguimos-
-Me salvaste la vida... chau-

Ella siempre supo que él la buscaba en esos años de final de secundaria. Los malos rumores (o no tan malos) le aconsejaban ni acercarse a la vereda. Lo hizo y fue un numerito más a la lista de echados de la casa de "la loca Hortensia". Recién cuando en una cena de egresados del secundario de hace cuatro años atrás, alguien le contó de todas las cosas que pasaba Sofía, pudo entenderla y se decidió a ubicarla sin tener que pasar por la casa. Así estuvo un año y medio hasta que lo logró. Así la convenció de trabajar en su flamante empresa como su asistente. Digo flamante porque una empresa de cinco años es lo que es: flamante.
Ese ofrecimiento fue el principio del fin de la tiranía. Ya con 34 años, era hora de hacer algo con su vida y aceptó. Se bancó los últimos atisbos de gruñidos de su madre y ésta, sintió por primera vez que la habían derrotado. Desde ese día su salud se desplomó como castillo de naipes. En 2 años, la vida le pasó factura de todo lo que sembró. Y su triste final, un derrame cerebral en la soledad absoluta.




sábado, 2 de febrero de 2013

ENTERRANDO A MAMÁ (PARTE 2)

Siempre recordaba la última conversación de sus padres en plena clínica, en plena terapia intensiva...
-Te lo voy a decir antes de callarme para siempre: no sé cómo pude casarme con vos, aguantarte estos 19 años y que Sofía sea tu hija-
-Sos un cagón, impotente ¿no te daban los huevos para decirlo? te desenchufaría el suero, inútil- Sofía le dio un beso al padre, le dijo que lo amaba al oído y se retiró llorando, insultando a la madre. Terminó demorada en la comisaría por disturbios. Cuando la soltaron y llegó a su casa, recibió la peor noticia.
En el velorio estuvieron separadas y ni se hablaron. Doña Hortensia, inmutable y resentida.
-Siempre el mismo cagón, no le daban los huevos para bancarse la vida- iban a despedir a Don Amadeo   ignorando a la viuda.
-¡¡Claro, si este hijo de puta sensiblero pensaba en los demás, como si los demás le dieran algo!!-


Mira el reloj. Nueve y cuarto.
Es su primera mañana solitaria y como tal, se siente fuera de contexto. Entrar a la cocina y no oír al insoportable de González Oro atronando las paredes. Sofía en un arrebato toma el grabador Ranser modelo 1975 y con gran estilo lo estrola contra la pared. Se caga de la risa.
-Mirá lo que hice con tu podrida radio, hija de puta. Metete a González Oro en el orto- toma una bolsa del super chino (de las que coleccionaba Hortensia por si las dudas) y junta uno por uno los pedazos. Pone la pava, camina al living y al fin prende el centro musical de su padre, apagado hace unos 12 años... sí, 12 años sin usarse. El último en usarlo fue aquel noviecito que pudo llegar a conmover al cascote viviente, como llamaba Sofía a su madre. Si no se le hubiera ocurrido prenderlo, no hubiera terminado con el palo de la escoba partido en su cabeza, con 5 puntos de recuerdo y deseándole buena suerte con su vida a Sofía.
Comprobó que funcionaba todo. Cassettera, la compactera, la radio, los discos.
-Los discos de papá, deben estar guardados todavía- fue al desván y ahí estaban, llenos de tierra y olvidados. Desempolvaba y lloraba. Beatles, Hollies, Rolling Stones, Queen, Pescado Rabioso, Sui Generis, Led Zeppelin. Mientras tomaba mate se tomó el trabajo de buscarles su lugar original en el living. Agarró todas las revistas de chismes y farándula y las despachó a la calle. Puso Una noche en la ópera y con alegría reordenó el modular.
Se sentía justiciera de darle a su padre lo que le quitaron.

Cerca del mediodía terminó. Se decidió a eliminar todo vestigio de su madre luego de almorzar.

Y cerca de las seis de la tarde, terminó de meter todas las cosas de su madre en su pieza, cerró con llave y tiró la llave.









sábado, 3 de noviembre de 2012

ENTERRANDO A MAMÁ (PARTE 1)

Arrojó el último clavel sobre la tierra recién removida, recién esparcida, y la primera sensación fue la de una cadena rota. Ya está, no vale la pena seguir llorando, derramar una sola lágrima más.
La saludaron los deudos, se despidieron uno por uno de ella y la dejaron sola
-Disculpe señorita, quisiera saber si ya se marcha o si la esperamos unos minutos más- el chofer de la funeraria aguardó el sí o el no; ahí estaba, fría e inmutable, dura y vacía.
-Bueno, vamos, ya me harté de mi mamá, lléveme a casa por favor- Sofía en realidad no estaba para nada triste por la muerte de su madre. Ese ruido a cadena rota que sacudió su cabeza fue eso: desencadenarse (y alguno apuesta a que tarde, algo tarde, quizá tarde, demasiado tarde, muy tarde, probablemente tarde, a todas cuentas tarde, silenciosamente tarde, implacablemente tarde, tarde a secas) a los 37 años. Viajaba en el auto y aún permanecía con su mente en la nada, el chofer de tanto en tanto miraba por el espejo pero ni prestó atención... obvio, de más está explicar.
-Llegamos señorita, mis pésames y que tenga un mejor día-
-Ya me siento mejor así como estoy, me siento persona de nuevo-
-¿Perdón?-
-Me harté de mi mamá, al fin voy a ser yo. Que quede entre nosotros, por favor- en voz baja.
-Como diga, señorita-
-Gracias por traerme a mi casa- caminó a paso cansino y abrió la puerta. Apenas cerró, se sentó en el piso y revoleó los zapatos a la mierda. Se tomó de los pelos y largó un llanto cerrado. Así un largo rato. Hasta que ese llanto trastocó en sonrisa socarrona.
-¡¿Tenías que morirte para que yo pueda vivir como quiera?!-

La siesta fue larguísima. Sofía se despertó casi a las 10 de la noche. Todavía tenía puesto el vestido negro del velorio. Todavía tenía olor a claveles encima. Todavía tenía olor a muerto. En un ataque, se desnudó y bajó al lavadero. Metió todo en un balde de metal, lo roció con kerosene y lo remató con un fósforo. Fue al equipo de música y puso los Doors como provocando al alma recién desprendida de doña Hortensia. Con los acordes de The end, le cantaba al balde humeante. Acompañada por la voz de Jim Morrison, se bañó apresurada para lavar la noche fúnebre.
Mientras se secaba, prendió el celular y revisó las decenas de mensajes recibidos. Todos sabían de la pésima relación entre madre e hija. De la opresión a la que la sometía. Del miedo que paralizaba y la ataba.
-Seguro estarás festejando, yo te conozco- fue el primero que leyó de su amiga Fernanda.
-Mañana te llamo, pero te imagino festejando, hija de puta- fue el de un ex compañero de trabajo. Trabajo al que debió renunciar por lo imaginado; la madre no soportaba la idea de verla rodeada de muchachos en celo, deseosos de llenar su huequito mágico...

Sofía es única hija. Su padre murió hace 20 años. En esos 20 años no vivió, condenada a soportar a Hortensia y sus manías. Todo trabajo que consiguió, lo perdió. Todo muchacho interesante y de los otros que conoció, los perdió. Toda amiga que pudo hacer más leve su pesar, la perdió. Todo sueño y deseo imaginado, los perdió. Mientras se ponía el camisón y se aprontaba para su primer noche sola, por primera vez en su vida, echó mano a su memoria y lamentó lo que muchas veces dijo a varias personas:
-¿Por qué no se murió esta vieja de mierda en vez de mi papá? ella lo mató con ese veneno que tiene en el alma, es una víbora-



viernes, 13 de julio de 2012

VISITA ILUSTRE (PARTE 6)

-¿Siempre sos así de sexópata?-
-Cuando me siento bien cogida-
Ya ni reparamos en el detalle de si Nadia cae de sorpresa, nos enceguecimos. Nos saboreamos hasta el último poro, Laura se dejó hacer cuanto quise y cuanto quiso probar. Nos echamos dos polvos más, sumando cuatro en total. No recuerdo la última vez que tuve tanto sexo con alguien, ni con Nadia llegué a cuatro, con Nadia fueron tres una noche de año nuevo con ella borracha, muy borracha y totalmente desinhibida y dispuesta a todo.
Nunca más me dio un show completo como esa madrugada.
Y en el último año que pasó nuestra actividad sexual había mermado de golpe. Eso, sumado al deseo por Lau al fin cumplido, hizo el resto.
-Las cuatro de la mañana ¿me acompañás a casa? no doy más-
-Quedate a dormir conmigo...-
-Nos va a enganchar Nadia cuando venga-
-Uf, tenés razón, vamos-

Ya pasó el primer bondi del lunes. Estaba agradable afuera. Con mucho sigilo y con mucho silencio salimos de casa. Ya cantaban los pájaros. Hasta pasó la furgoneta que reparte los diarios en los kioscos.
-Gas, nos re zarpamos, qué cogida que me diste, me duele todo el culo-
-Nena, sarna con gusto no pica, bien que me pediste a lo último- le di una palmada en la cola.
-No me importa que me duela- me abraza -me di el gusto y estoy contenta- me besa.
-Eso me pone bien, que hayas disfrutado. Hace doce horas que estamos solos y ni una queja tuya. O te conformaste o te gustó- llegó el colectivo, subimos y la dejé en la puerta de la casa.
-La próxima en mi cama ¿dale?-
-Como quiera, señorita-
-Andá antes que te agarre la otra, y limpiá todo-
-¿Ahora? ni en pedo, quiero dormir- ya casi las cinco de la mañana y empezando a aclarar. Llegué a casa y me tiré muerto. Manos mal que estoy de vacaciones, si no ni iba a trabajar. Cuando me desperté (casi a las doce) aún estaba solo. Cambié las sábanas (puse las que estaban antes que se vaya Nadia: ya estaban secas) y ventilé el olor a sexo. Prendí la compu y el video porno que filmé con mi amiguita lo grabé en un dvd. Luego lo borré de la cámara y de la pc. Ni una evidencia. La tanga violeta quedó guardada entre mi ropa.
Ya mientras comía solo, me llama mi mujer.
-Hola Gastón ¿todo bien?-
-Sí, acá comiendo ¿vos?-
-Acabo de comer con mamá, en una hora salgo para allá ¿Y Laurita, hasta qué hora de quedó?-
-Cuando vuelvas hablamos y te cuento ¿?dale?-
-Dale, nos vemos-
Descolgué las sábanas y las guardé. Estaba molido. Me acordaba de cómo se sentó arriba mío en el imodoro y cómo se sacó la musculosa... cómo se masturbó para mí... cómo se dejó penetrar por el culo... uf, hervía. Me metí al baño cuando se abrió la puerta.
-Hola mi amor, ya volví-
-Hola Na, me agarraste en el agua- la veo que se saca la ropa y entra conmigo ¡¡No, más sexo no!!
-¿Cómo la pasaste, eh?-
-¿Con Laura?-
-Sí, con Laurita, con nuestra amiguita-
-Igual que siempre-
Nos quedamos callados y un presentimiento me martilla el cerebelo...
-Te dejé solo con ella, no te hagas el boludo ¿cuántos polvos le echaste?-
-No pasó nada, Na: paró de llover anoche y se fue-
-Gastón... estaba todo organizado, decime cuántos polvos le echaste. No la habrás cogido más que a mí-
-¿Organizado qué?-
-Todo... ¿no te llamó la atención tan regalada la trolita de Laurita? ¿justo me llama mi mamá y vuelvo hace un rato?- alguien me puso el bonete en la cabeza.
-Nadia... vos y ella...- empezó a reírse toda enjabonada.
-Sí, Laura y yo. Le di permiso para que te la garches bien garchada, tanto rompe las pelotas todavía con vos, y vos que seguís alzado con ella que le dije que ustedes dos se saquen las ganas y no me jodan más ¿estás satisfecho ya?-
Sí, me pusieron el bonete.
-¿Y vos, dónde estuviste entonces anoche?-
-¿Yo? Bueno nene, me lo bajé al amiguito ese de Laura que no le da bola porque está caliente conmigo.     Así que me saqué la ganas porque me lo quería voltear. No va a joderme más-
-¡¡Nadia, sos una perra!!-
-El pajero me jodía y me jodía, hasta vino una vez acá a hacerse el lindo mientras vos laburás. Ya está, lo calmé-
-Pero mi amor....- me siento un ciervo!
-Quedate tranquilo, en la cama es horrible, ni te hace sombra, es malo para coger-
-Cómo pudiste....-  sí, soy un ciervo
-Nunca nos fuimos infieles, por eso, lo hacemos una vez y listo. Dale, no me hagas trompita, me echó tres polvos ¿vos, cuántos le echaste a Laura?-
-Cuatro... cuatro en total, cuatro polvos- estaba absorto.
-¡Conmigo nunca cuatro! Y decime ¿es buena ella en la cama, lo hace mejor que yo? ¿O es una heladera como decís vos de las frígidas?.
-Ni heladera ni cocina-
Empezó a reírse con ganas. Y mientras nos secábamos pensaba que las mujeres son peligrosas.

Muy peligrosas.
Y nosotros los hombres, unos boludos.

Demasiado boludos.


FIN

(basado en una anécdota muy real que viví)