domingo, 9 de mayo de 2010

LA TAZA DE TÉ - PARTE 4

-Son un soberano demente ¿lo sabías?- me hablaba en voz altísima. Un par de personas que esperaban el 55, el 92 y el 126 se cagaban de la risa. Alguno (creo) amagó con llamar al 107 porque estaba con el pulgar en el teclado de su celular... crucé Directorio y... no sabía qué hacer...
-¿Qué calle primero?- giré sobre mi eje y la impotencia me aplastó los hombros; di algunos pasos por Avenida Olivera y quise empezar por preguntar a cualquier transeúnte por Carolina. Divisé un puesto de diarios.
-Por qué no empecé por ahí, seguro que la conoce!!!- aceleré el paso y el pulso. Casi al llegar esa impotencia me tomó de los hombros de nuevo y me clavó en la vereda; hice el ademán de sacarme una mano de encima y llegué.
-Buen día-
-Sí, joven ¿Clarín, Nación, Página, Crónica?-
-Nooo, a Carolina, una pelirroja así de alta, flaca, con rulos, sonrisa de dentista, buenas tetas...-
-¿Estás mamado, no? ¿o te diste un virulazo?-
-No, no estoy nada de eso, estoy desesperado por Carolina. Vive por este barrio ¿la conoce?-
-Esteeeee, te fugaste del Borda ¿no?-
-Ella me enloqueció!!!-
-Nene, preguntale a otro, me ponés nervioso-

Caminé por las calles unas dos horas y media. Sin resultados, obvio. Decidí seguir por Olivera hasta Rivadavia. Desde ahí, cruzar las vías hasta Gaona y tomar el 106 a casa. Llegué hasta la barrera del Sarmiento. Tin tin, tin tin, venía el tren desde el oeste. Siempre me pongo a mirar a la gente que viene en los vagones, me causa intriga ver tantas caras desconocidas. Pasa el primer vagón, el segundo, hasta que en el tercero un rayo me quema la cabeza: Carolina con una amiga paseando, en otra cosa. Tomé Yerbal y a las corridas me dirigí hasta la estación de Floresta, con el corazón atragantado en la garganta. Subí las escaleras empujando gente y solamente así descubrí que no bajó ahí.
-Conchuda hija de putaaaaa!!!!!!!!! ¡¡¡¡te voy a dar tomarme por tarado a miiiiiii!!!!!!!- el guarda se acercó y quiso calmarme. Le expliqué a grandes rasgos lo que pasaba
-Algunas minas son así, cómo decirte.... complicadas. Buscate una menos dificil-

A los veinte minutos estaba sobre el 106 rumbo a mi casa, con los ojos rojos y las sienes en estado de fisión. El chofer estaba escuchando a Sandro. Los versos de Así me retorcijaban los intestinos y tuve que bajar. Mejor espero al bondi de atrás. Subo y este chofer estaba escuchando Serú Girán. Al reconocer Viernes 3 AM no aguanté, a las cuatro cuadras tuve que bajar... eso me decidió a caminar el resto del recorrido. Casi a las siete de la tarde llegué. Me derrumbé en la cama y largué las lágrimas como un nene que pierde su autito preferido.
-¡¡¡Maldita conchuda del ortoooo!!!- el velador se hizo añicos contra la pared.