domingo, 29 de noviembre de 2009

LA TAZA DE TÉ - PARTE 1

Pasaron unos cuantos años, es cierto.
Decidí volver a visitarla; antes de llegar, compré unas flores para quedar bien y no caer con las manos vacías. El camino lo sé de memoria, el paso del tiempo modificó las calles, las veredas, los autos frente a las casas. Quizás lo único que no modifique es la gente...

Me acuerdo de sus últimas palabras:
-Por favor, calmate, no seas boludo, sacá la mano de ahí- perdí la vista y.....
Qué quieren que les diga, he pensado todos los días en esto y estoy convencido que fue inevitable, ni estando en condiciones normales era de prever otro desenlace. Me vienen con el cuento del control de los impulsos, que la frialdad, que hay que ser civilizado. ¡Pelotudeces!

No olvido jamás la primera vez que nos vimos. Estaba absorto en mis melancolías, divagando en el bar de Goyena y Puan. Boludeaba con la cucharita en la taza de cafe cuando tanto amague de lluvia se hizo lluvia. Un malón de chicos entró al bar y ahí, ella. No sé qué vi, si las transparencias de una camisa blanca pegada a su piel o la risa por el chapuzón.
-Lluvia del orto, justo ahora- se sentó en mi mesa, dejó la carpeta en la silla vacía y empezó a revolverse el pelo y a salpicarme de lo lindo. Estaba casi pegado a la puerta, de ahí de esta acción.
-¿Querés que te invite con algo?- me sorprendí de hacer esta invitación. Ni me oí.
-Dale ¿me pedís un té?-
-¡¿Té?! Debés ser inglesa-
-¿Murdoch te suena?-

Carreras distintas pero ambos en Filosofía y Letras.
Algunos mensajitos cruzados, algunas dobles intenciones y a los pocos días la primera cita.
-En Primera Junta y de ahí arrancamos-
Aquel viaje en el subte fue de lo más divertido de mi vida. Seguimos hasta Saenz Peña y lo siguiente, caminata por Avenida de Mayo. Mi oscura tristeza por arte de magia se fue por ahí. Jamás abordé a una mujer de esa manera, y por una tacita de té. Creí que esas cosas pasaban en las películas baratas de Hollywood, que te venden pescado podrido.
Seguí en mi propio film. A todo esto, Carolina era un vendaval de vida que contrastaba con este insípido gil. Abrió su cartera y sacó su camarita digital. Me ametralló a fotos en todos lados. Pasó una pareja y les hizo el cuento que éramos turistas y si "pour favour, nous sakan unas pictures".
-¿Y si pedías en argentino no era más fácil?-
-Tenía ganas de hacerme la turista, con mi cara de irlandesa cualquiera cae-

Terminamos en un pub de esos que venden cerveza inglesa. Nos bajamos un porroncito cada uno. ¡Soberano escabio nos agarramos!
-¿Adónde vamos ahora?-
-Elegí vos, Caro-
-¿Yo? Seguime-