sábado, 2 de febrero de 2013

ENTERRANDO A MAMÁ (PARTE 2)

Siempre recordaba la última conversación de sus padres en plena clínica, en plena terapia intensiva...
-Te lo voy a decir antes de callarme para siempre: no sé cómo pude casarme con vos, aguantarte estos 19 años y que Sofía sea tu hija-
-Sos un cagón, impotente ¿no te daban los huevos para decirlo? te desenchufaría el suero, inútil- Sofía le dio un beso al padre, le dijo que lo amaba al oído y se retiró llorando, insultando a la madre. Terminó demorada en la comisaría por disturbios. Cuando la soltaron y llegó a su casa, recibió la peor noticia.
En el velorio estuvieron separadas y ni se hablaron. Doña Hortensia, inmutable y resentida.
-Siempre el mismo cagón, no le daban los huevos para bancarse la vida- iban a despedir a Don Amadeo   ignorando a la viuda.
-¡¡Claro, si este hijo de puta sensiblero pensaba en los demás, como si los demás le dieran algo!!-


Mira el reloj. Nueve y cuarto.
Es su primera mañana solitaria y como tal, se siente fuera de contexto. Entrar a la cocina y no oír al insoportable de González Oro atronando las paredes. Sofía en un arrebato toma el grabador Ranser modelo 1975 y con gran estilo lo estrola contra la pared. Se caga de la risa.
-Mirá lo que hice con tu podrida radio, hija de puta. Metete a González Oro en el orto- toma una bolsa del super chino (de las que coleccionaba Hortensia por si las dudas) y junta uno por uno los pedazos. Pone la pava, camina al living y al fin prende el centro musical de su padre, apagado hace unos 12 años... sí, 12 años sin usarse. El último en usarlo fue aquel noviecito que pudo llegar a conmover al cascote viviente, como llamaba Sofía a su madre. Si no se le hubiera ocurrido prenderlo, no hubiera terminado con el palo de la escoba partido en su cabeza, con 5 puntos de recuerdo y deseándole buena suerte con su vida a Sofía.
Comprobó que funcionaba todo. Cassettera, la compactera, la radio, los discos.
-Los discos de papá, deben estar guardados todavía- fue al desván y ahí estaban, llenos de tierra y olvidados. Desempolvaba y lloraba. Beatles, Hollies, Rolling Stones, Queen, Pescado Rabioso, Sui Generis, Led Zeppelin. Mientras tomaba mate se tomó el trabajo de buscarles su lugar original en el living. Agarró todas las revistas de chismes y farándula y las despachó a la calle. Puso Una noche en la ópera y con alegría reordenó el modular.
Se sentía justiciera de darle a su padre lo que le quitaron.

Cerca del mediodía terminó. Se decidió a eliminar todo vestigio de su madre luego de almorzar.

Y cerca de las seis de la tarde, terminó de meter todas las cosas de su madre en su pieza, cerró con llave y tiró la llave.









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