viernes, 10 de julio de 2009

EMOCIONES POSTRADAS

Llegué al punto de encuentro. Hay sol tenue, hace bastante frío. Me siento a esperarla. Hace bastante que no nos vemos. Apenas la sentí por teléfono, apenas su voz; miro la hora y pienso que debe de estar al caer. Levanto los ojos hacia el semáforo en verde y ahí está, confundida entre la gente y pese a ser una más de ese montoncito, es única e inconfundible.
Me paro. Me suben los latidos. Comienza a cruzar la calle y me ve. Cambia esa expresión seria por su mejor sonrisa, me adelanto para estar menos tiempo separados y nos topamos en el cordón. Posa su mano a media espalda mía y se acerca deslumbrante.
-Hola che, ¿estoy bien con la hora?- 3 minutos atrasada...
-fenómeno, hola- la beso. Huelo su piel y me erecto. Me besa y la tomo apenas por la cintura. La acaricio por toda su espalda. Se acerca mimosa.
-¿Cómo estás, tan cagado de frío como yo?-
-Maso, ¿y vos?-
-Tiritando-
-Estás hermosa, como siempre-
-Gracias, siempre tan caballero conmigo- no hay viceversa para conmigo.
-Bueno flaca. Acá nos vamos a congelar- empieza la breve caminata. Encontramos algo a gusto, nos acomodamos, pedimos café y los cigarrillos que vuelan al instante. Está sentada de frente. La miro a los ojos. Llegan los pocillos y se abre el postergado diálogo.

-Cómo la deseo- pienso. Toma ella la delantera y me desgrana sus cosas. Miro sus manos volar en el aire, fuma mucho, no la noto bien. Disipo mis dudas a medida que las palabras surcan el aire y en la fonola atrona algo de música ochentosa.
-Simple Minds ¿te acordás?-
-Uh, esa canción es de una película, no me acuerdo cuál-
-El club de los 5, "No te olvides de mí" es el tema-
-Exactamente-
-Parece que sonara a propósito ¿no?- se queda callada y reacciona divertida.
-Pero por supuesto, ¿acaso creés que voy a olvidarme de vos alguna vez en mi vida?¡no tengo que explicarte nada!-
-Pero es bueno escucharlo-
-Ya sé, pero viste cómo son las palabras, en un día así se van de gira por ahí y no vuelven-

-Cómo la deseo- pienso.
Me pide que la espere que va al baño y vuelve enseguida. La observo pararse y caminar por el pasillo. Se corta mi respiración a cada paso que da. Prendo otro cigarrillo, me pone nervioso tanta sensualidad.
-Por Dios, cómo me vuelve loco. Está terriblemente buena, mirá qué culo, qué buenas tetas, encima bajó la panza. Qué ganas de darle que me dan, hasta cuándo voy a seguir esperando- pienso en voz alta. El mozo me escuchó cuando vino a llevarse las tazas sucias.
-Te la estás comiendo con la mirada, flaco. Vos también, no sos boludo para elegir. ¡Alta perra la minita, eh!- volvió y apenas se sentó tomó la posta.
-¿Sabés algo? Hace cuántos años que no nos encontramos para estar juntos, no me acuerdo casi-
-Es verdad, extrañaba tomar algo con vos, los dos solos, como antes... te extrañé-
-Yo también. Podríamos repetirlo más seguido ¿no?-
-Y si nos dejan...- nos reímos juntos. Olvidamos nuestras responsabilidades por un par de horas para reencontrarnos a nosotros mismos. Como aquellos que fuimos en un principio.

-Cómo la deseo- pienso.
Siguen volando los cigarrillos. Cayó el sol, son como las siete de la tarde. Recordamos algunos momentos inolvidables.
La primera vez que hablamos.
La primera vez que salimos juntos.
La primer distancia.
El primer reencuentro.
Las muchas noches yirando por la ciudad.
La nueva distancia.
Otro reencuentro más.
Y así llegamos a los últimos tiempos. En el medio de todo, una relación muy especial y muy fuerte.
-Al final todavía no me dijiste para qué querías verme, me imagino con qué te vas a salir, así que decime de una vez lo que tengas que decirme- ahora se pone seria.
-Bueno, no tengo mucho que confesar... estoy enamorado de vos, TE AMO-
-¿Cómo... desde cuándo?- su cara no me daba posibilidades de éxito.
-Desde siempre. Desde la primera vez que te vi. Primero lo tomé como calentura, así que me callé la boca y seguí pero esto creció y se me fue de las manos. Te veo y me pongo loco, quiero estar al lado tuyo siempre-
Uf, qué lo parió, esto es fuerte-
-Mirame a los ojos ¿o no lo ves?- extendí mi mano y extendió la suya. La tomé tímido primero; con alma y vida después.
-Ay, decime cómo seguimos vos y yo-
-Eso no me gusta nada-
-Es que el sentimieto no es mutuo. Ya sabés qué quiero. Te quiero un montón, pero amor no...-

Puñal certero.
-Cómo la deseo- pienso.
Dejó abierta la posibilidad de terminar la relación ahí mismo.
-Me siento incómoda y me molesta mucho la situación. Es lindo lo que decís pero...-
-Bueno, no sigas- a esto aún continuábamos tomados de las manos. El mozo miró e intuyó que de ahí la llevaba al primer telo.
-Es que bueno, lo sospechaba pero oirlo me mata. Es hermoso lo que decís, nunca me dijeron que me aman de esa manera. Pero vos ¡¡justo vos!!-
-¿Y si te cuento de las ganas que te tengo?-
-No, boludo, ni me lo menciones, terminemos acá-
Pagué la cuenta y nos fuimos de ahí. Caminamos algunas pocas cuadras en silencio hasta la parada del colectivo que tenía que tomar para irse a su casa. Nos miramos y nos abrazamos bien apretados. La sentí toda y creí ahogarme en mi propia lava.
-Sos un boludo, enamorarte de mí-
-Te amo-
-No sigas, por favor-
-No me sueltes- tuve que buscar su boca y besarla. No tuve el valor de hacerlo.
-Dejame tomar el colectivo, dale. Te llamo- me miró triste y rara. Parece que algo se terminó, el "nosotros".
-¿Te veo pronto?-
-Sí, y llamame para contarme cómo estás. No te pongas mal, pensá bien lo que querés. No puedo darte lo que necesitás de mí. Si te hace mal verme, cortamos y qué se yo, te voy a extrañar pero a la larga te vas a olvidar de mí y de lo que sentis ¿sí?. Si te lastimo ¿para qué verme?. No quiero lastimarte justo a vos, sos muy especial para mí, y no quiero que te quedes con un mal recuerdo mío- me taladraba la cabeza, el viento arreciaba. Soporté el nudo en la garganta y hablé.
-No, no me dejes. No podría soportar perderte para siempre. Sos la mujer más increíble que conocí en mi vida. Ninguna es como vos. No me dejes...-
-Voy a perder el colectivo, me estás haciendo mierda, no sigas, me estás lastimando-
-¡¿Y vos qué, no me hacés nada?!-
-Chau-
-...-

-Cómo la deseo- pienso.
Días después, volví al mismo bar a la misma mesa. Mismo mozo que me reconoció.
-¿Y, cuántos fierrazos?-
-Uno solo y en el medio del marote-
-Uh, qué histérica, por cómo te miraba estaba muerta con vos-
-¿En serio?-
-Y... miro parejitas todos los días y ya estoy ducho en el asunto. A veces pasa, te tienen todas las ganas y arrugan. O es puro jueguito y uno cae como chorlito. Son jodidas las mujeres amigo ¿café?-
-Sí, y ponele Tía María-

Cómo la deseo. Y ella cree que puedo olvidar así porque sí esto que me quema. Revuelvo el café y miro a la calle vacía.
No puedo olvidar.
No quiero olvidar.
Pienso en el último abrazo y el beso reprimido.

Y lo mejor que puedo hacer es no llamarla.

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