martes, 14 de julio de 2009

EMOCIONES POSTRADAS - SEGUNDA PARTE

Han pasado algunas semanas desde aquella despedida en esa gélida noche. El invierno prosigue inmutable y por ello la cuenta de los días parece más amodorrada. Vuelvo una y otra vez al abrazo con ella. Vuelvo al último café.

-Te quiero un montón pero amor no...-
Traté de encontrarnos en otra ocasión. Inútil.
Aquí entra a tallar el destino, ese buen o mal amigo que cada uno posee; las cuentas dan, no es posible "otra vez". Aquella noche mientras esperaba el tren tenía la certeza que mi deseo moriría por inanición, acababa de estrellarse contra el muro de la realidad y al abrir los ojos estaba solo con mi tristeza.
-Bueno macho, hiciste lo que había que hacer, te quitaste la carga de un amor contrariado, a otra cosa- ya en mi cama cerré los ojos y volé... qué hermosa estaba esa noche, la puta madre. Con ese pullover marcando todas esas curvas, con ese pantalón hecho a medida, el aroma de su piel, el pelo suelto, su presencia magnética. Cualquiera que pasaba por la mesa la miraba. Y estaba para mí. Seguí volando para torcer la historia, busqué su boca y no hubo resistencia. El mundo se detuvo en ese beso, me clavó las uñas en la cintura y gimió.
-Soy tuya, quiero darte todo-
-Pero si hace un rato...-
-Olvidate, no puedo seguir fingiendo, te amo- me miró como solamente una mujer mira al entregarse. No, no puedo volar. La realidad es otra, esa mirada se la guardó a otro hombre. Y me miró como miran las mujeres cuando el no es no. Volví en sí y no puedo encontrar la manera de asimilar las palabras de ella. Fueron muchas cosas juntas, vuelvo a mis fantasías y nos miramos luego de ese interminable beso; luego de recorrer cada papila de su lengua,luego de manosear desesperado cada rincón prohibido, luego de oler su olor, luego de frotar alma con alma, luego de buscarnos las miradas y hallarnos después de divagar como dos solitarios peregrinos hasta la tierra del No sufrir.
-¿Y ahora?- pregunto como boludo inexperto.
-Lo que sigue- se da vuelta, toma mi mano y me lleva entre el gentío que camina como nosotros y los que no como nosotros. Empieza a reirse con todas las ganas. Los cigarrillos fueron ¿será eso?.
-Estoy contenta, me siento tan bien cuando estamos juntos, ya está, me dejé llevar y me gustó, besás muy bien hijo de puta. ¿Tan caliente estás conmigo?-
-Noooo, caliente no, tanto tiempo reprimido, tanto deseo de tenerte que exploté- me besó colgándose de mi cuello.
-¿Por qué sos tan especial, qué tenés que las mujeres hablan maravillas de vos?-
-Ah, acabo de enterarme-
-Cuando me preguntan por vos y cómo estás y les cuento, entran en trance. Una vez una amiga me preguntó cómo hago para tener toda tu atención. Le dije que nada, siempre fue así conmigo y me dijo que tengo más culo que cabeza. Parece que no veía lo que sentías por mí- seguimos la caminata y me hizo doblar en esa esquina. No importaba la hora ni el frío. Las ocho de la noche.
-Es a tres cuadras, dale así estamos calentitos- llegamos y pagamos a medias. Una hora y media ¿alcanzaría?.
Volví a la tierra. Con gesto amargo veía por la ventanilla del tren pasar las estaciones.

-Te quiero mucho pero amor no...-
-Gulp!-

A veces uno se calla para no correr riesgos, para no perder lo ganado. Tantea cómo seguir ocupando posiciones y jamás llega la pregunta:
-¿Tiene sentido seguir adelante?- Se supone que se entabla relaciones con el sexo opuesto por el sólo afán de conquista, por mero apetito sexual. Y si no se logra el objetivo, se debe emprender la retirada elegantemente sin rastros de sentimiento alguno. Lo único que vale es la fornicación. Si los caminos que conducen a la cavidad vaginal no se abren, se debe buscar otra ¿no?.
-Cuando la mujer siente nunca duda, pibe. Si te da vueltas o te pide tiempo olvidate, no quiere saber nada con vos. Ellas son así. Cuando se calientan con una pija hasta no tenerla adentro no las para nada ni nadie. No son como nosotros, que si no nos da bola la que nos gusta enseguida buscamos otra. Eso lo aprendí con los años y todavía sos muy pibe. Cuando te curtas un poco vas a aprender y te vas a acordar de mí. Las mujeres siempre saben lo que quieren... nosotros los varoncitos cualquier cuerito es bueno si hay hambre. Ellas no, es jamón o es jamón, es mortadela o es mortadela. Vos que sos un bocho analizalo y prestá atención. La mujer nunca duda, quiere o no quiere- esas palabras sabias dichas hace varios años por un cincuentón de tanto en tanto trinan dentro mío. Las traigo al aquí y ahora... con ella y con otras suenan tan vigentes por mis propias experiencias.
Cuando le dije que por favor necesitaba verla que era importante que nos veamos y hablemos, la adiviné extrañada por su tono de voz en el celular. Me dijo que si era tan importante que me tome un tiempito y piense bien porque las cosas importantes en la vida no se hacen o dicen en un parpadear; es menester meditar y luego obrar.
-Dame tiempo y organizamos un día equis-
-Pero es importante-
-Ya te oí, tengo muchas ganas de verte, te extraño, pero me tomás de sorpresa, dame tiempo y me organizo-
-Uff, bueno...-
-No, no te enojes, tengo la agenda a full, te aviso yo ¿sí? ¿no te enojás? te quiero, chau-
Así fue.
Manejó mi urgencia. Al recordarlo (porque esta charla la pasé por alto) retorné a ese consejo de veterano.
-Si ella hubiera sentido como yo, en ese mismo momento nos hubiéramos encontrado. Y no fue-

-Te quiero mucho, pero amor no...-
A medida que pasaron los días de a poco comprendí la dura derrota. O mas bien, el fracaso.
-Sí, soy un fracaso, la mujer que más amé y más amo me fue indiferente, se cagó en mis sentimientos. Parece que no soy lo suficientemente hombre para que se detenga un segundo en mis ojos. Soy un fracaso, soy un pobre pelotudo-
Lo único que me calma es la autosatisfacción. Pienso en ese último abrazo, ese último contacto, sus tetas contra mi pecho, su pancita junto a la mía, las piernas roce con roce... y no doy más. Gatillo y el volcán hace retumbar el planeta, y en segundos nada. Estoy apenas conmigo. Entonces lloro.

-Te quiero mucho, pero amor no...-
Los días siguen. Me llamó (no sé por qué) y me preguntó cómo estaba.
-¿Estás bien?-
-Lo sobrellevo-
-Pero ya lo hablamos, te pido que no me toques el tema, me incomoda que mi amigo en realidad me ame-
-No seas hija de puta, por favor-
-Eh, no me trates así-
-¿Y yo qué, todo vos, todo vos nada más? ¿te cagás en lo que siento?-
-No me hables así- se le entrecortó la voz.
-Perdoname pero no puedo... te amo, eso es todo, muero por sentirte toda, carajo. No sigamos hablando o vamos a terminar mal-
-Quería saber cómo estabas-
-¡¡COMO EL CULO!!- y cortó. Ya de esa vez no volvimos a hablar, apenas contacto por internet. Y los días siguieron su curso. Calmo mi impulso de tomar el celu y llamar o mensajearla. O ir a su casa con la excusa de una visita sorpresiva. Me escribió un mail. Me preguntó si estaba enojado. Y que no tuvo la intención de hacerme mal, lastimarme. Es obvio que no, el que se enamoró soy yo. Ella no, al menos no de mí. Sé que desea otra verga, que sus pensamientos giran en torno a otro prójimo, que en sus sábanas habitan otras fantasías en las que no soy protagonista.

-Te quiero mucho, pero amor no...-
Vuelvo a la fantasía. Antes de entrar al cuarto, ya amago desvestirte ahí mismo. Meto las manos bajo el pullover y tu piel arde. Me mordés el cuello y abrís la puerta. Con toda tu fuerza me entrás y caigo en la cama. Cerrás.
-¿Cómo me imaginaste siempre, muy puta?- vuela el pullover, esa musculosa negra es tan excitante.
-Espero que la realidad supere a la fantasía- cae el pantalón, revoleás las zapatillas. Mientras saco mi ropa acostado, venís a la cama golosa.
-¿Tenés idea de cómo te tengo ganas?. Te voy a exprimir-
-Por Dios, qué hermosa sos, cómo te deseo-
-Ya lo sé, me cogés con la mirada, demostrámelo-
Vuelvo a la realidad. El invierno es una cagada. Nada más triste que los árboles podados, las calles vacías, el pasto seco, el frío. El maldito frío. Sigo con mi vida cada momento más triste, más vacío, extrañándola.
-Pero tarde o temprano se iba a dar cuenta y se terminaría todo, del vamos que no le movés el piso- me digo. Salgo a caminar, a fumar un poco. Si no hubiera dicho lo que siento seguiría nuestra relación, nuestro "nosotros".

-Cómo la deseo- pienso.
Y sigo pensando ¿seguir sosteniendo esta farsa, esta amistad que no es recíproca? Ella sí, alardeando de tenerme como amigo. Yo no, sufriendo por poder acariciar un poco más allá de la línea de la amistad.

-Te quiero mucho, pero amor no...-
Qué ganas de torturarme con ese momento. Por la borda se fueron tantos otros,tantos cafés, tantas caminatas tomados de la mano, tomados de la cintura, en algún bar, en cualquier kiosco que venda cerveza fría, compartiendo el último cigarrillo, pagando un paquete de diez a medias.
Salgo a caminar, ya se los conté; sigo la caminata invadido por los recuerdos, aparece su cara risueña festejando alguna boludez que se me ocurre. Llego al bar, entro y esta vez pido una copa de Tía María. No es el mismo bar del último café y aquel mozo confianzudo. Vuela mi cabeza a la primera vez que salimos juntos ¡tantos años ya! Esa emoción perdura, fue un viernes de Diciembre, hacía bastante calor y cuando apareció me desmayé: minifalda y remera demasiado cortita, ombligo al aire.
-Hola, disculpá la demora, me cagó el bondi-
-Te perdono todo, mamita- miré hacia abajo.
-¿Acaso nunca viste un ombligo vos?- descubrió mi curiosidad -dale, mirá y sacate las ganas ¿te gusta mi ombligo? ¿es lindo? ¿querés tocarlo ya que estás?-  ella es así. Los años casi no la cambiaron. Puede ser tierna y sutil como cruda y directa. Sabe manejar los tiempos. Acaricia o golpea. Mimosa o agresiva. Evasiva o inquisidora. Aprendí a conocerla pero menos de lo que supuse.
Sigo jugando con la copa medio llena. Pido un cenicero. Sí, guardo como tesoro esa noche. Tenerla para mí solo compartiendo una cerveza fue la gloria. Hacía dos meses que nos conocíamos. Eramos una incógnita. Tenía miedo de arruinar todo y salió maravilloso, estuvimos hasta las cuatro de la mañana del sábado charlando sin parar. En un momento entró un tarjetero y al vernos se acercó a la mesa y nos dejó una tarjeta...
-Ja ja, una tarjeta de telo- dijo
-Nos habrá visto la cara de burros en celo- lloró de la risa: tiró el vaso, hizo un enchastre bárbaro.
-Ay cómo me hiciste reir, boludo, me hiciste romper todo-
-La guardo para más tarde- pensé en voz alta.
-Antes que vayas acompañame a la parada- bang bang.
Vuelvo a la fantasía. Terminamos empapados y exhaustos. Nunca gocé con tanta lujuria como ahora mismo. Te tengo desnuda a mi lado con los ojos en el nunca jamás.
-Al final lo hicimos-
-Esto queda entre nosotros ¿sí? nunca sentí tanta piel con un tipo como con vos, fue hermoso sentirte, no me arrepiento de haberlo hecho. Te amo- me besó.
-Y qué puedo decir yo- prendí un cigarrillo -tantos años deseándote y al fin sucedió, tantas fantasías y la realidad superó todo. La pasé mejor de lo que soñé. Te amo-

-Cómo la deseo- pienso.
Estoy  con este vaso semivacío, tratando de no llamarla, de olvidarme que la amo, que la necesito. Borrar de mi corazón su presencia. Pago. Dejo propina. Salgo a seguir caminando, entro al primer kiosco y pido cigarrillos, cuando una mano toma mi hombro...
-¿Vos por acá?-
-Hola- era ella con la mirada sombría.
-Hola- abrí los brazos por instinto y me recibió, se aferró y apoyó su cabeza en mi pecho.
-Estuve pensando en vos estos días ¿cómo estás?-
-Sobrellevando ¿cómo me encontraste?-
-Una corazonada, tenía ganas de volver a verte y salí a dar una vuelta-
-¿Y vos, cómo estás?-
-Mal, me siento mal. Soy una tarada. No puedo dejar de pensar en lo que me dijste. Me sacudiste la estantería-
-Me dijiste que amor no-
-Bueno, sí, pero sos vos ¡¡JUSTO VOS!!- empezó a llorar. Seguíamos adentro del kiosco. Vi que tenía dos mesitas con sus respectivas sillas
-¿Tenés café, flaco?- pregunté al kiosquero.
-¿Te preparo dos?- no salía de su asombro por el encuentro.
-Dale-
-Siéntense que se los alcanzo- no nos dijimos nada, le di la mano y la llevé a la mesa. Llegaron los cafés. Seguía llorando; pasé mi mano por su cara.
-Así sos más hermosa todavía-
-¡Parezco una pelotuda!- nos callamos. Prendí un cigarrillo.
-Te extrañé, me aguanté las ganas de llamarte, me dolió tu respuesta. Qué se yo, lo sobrellevo-
-Pensé en vos, no puedo perderte así nomás. Sos muy especial para mí- ahora se calmó -acercate que voy a contarte un secreto- me sonrió con los ojos rojos. Arrimé mi oreja y soltó las palabras.
-Quiero que te quedes conmigo, me duele extrañarte-
-¿Estás jodiendo?-
-Nunca hablé tan en serio, te quiero- buscó mi boca y me besó. Fantasía y realidad amalgamadas. Por qué se demoró tanto tiempo este momento, ni idea. Debe ser que las cosas suceden cuando deben, y simplemente suceden. Son inevitables y eso va más allá de nuestra comprensión y nuestros deseos. Pagamos los cafés y nos levantamos. En la vereda nos besamos con todas las ganas de diez años de espera. Justo pasó otro tarjetero y nos interrumpió. 
-Ah, bueno, otra tarjeta de telo!!-
-Como aquella primera salida ¿te acordás?-
-Todo momento a tu lado lo recuerdo como ayer-
-¿Te acordás que te saqué cagando?-
-Uff. obvio-
-¿Querés que vayamos ahora mismo?- levantó el pullover y créase o no tenía puesta aquella remerita corta, la del ombligo al aire. No dijimos más nada. Apuramos el paso y nos perdimos en la noche...

En una noche de tantas, caminando sin rumbo, ella me decía que en la vida todo era cíclico, que misteriosamente los círculos se cerraban y volvían a abrirse una y otra vez.
-Es un ida y vuelta, como una calesita loca-
Al tener la tarjeta en la mano, recordé esa charla.
Como casi siempre, ella tenía razón.    


                              
                                                                           FIN.




1 comentario: