Mercedes.
Mercedes no era otra que la amiga incondicional de Sofía. La testigo silenciosa. La que siempre tenía los brazos y los hombros libres para todos los desahogos de todos los días. Crecieron juntas desde los 8 años, prácticamente la única persona que tenía acceso libre a la casa de Hortensia. La única de todas las amistades que le cayó en gracia a la madre de Sofía. Hortensia sabía que Mercedes, como casi todas las demás personas, la odiaba en lo íntimo del alma. Pero la vieja sentía cierta admiración y envidia por "esa chica tan esplendorosa que nada es feo en ella", que la usaba como espejo para su hija.
-Aprendé de tu amiga, estúpida. Así quiero que seas, no la bosta que sos-
-Casate con ella entonces, o adoptala-
-¿Adoptarla? a vos te regalaría con moño-
Sofía miró el reloj: nueve de la mañana en punto. No tenía ganas de levantarse ni de volver a trabajar por el momento. Le tomó la palabra a su amigo de no retornar a la rutina hasta que lo quisiera. Miró el techo. Empezó a recordar el café de anoche con Mechi. Comenzó a pensar en ella y se decidió a llamarla luego del mediodía.
-Ya es hora de tener vida social de una vez, sin nadie que me rompa las pelotas- se levantó y buscó ropa para cambiarse. Sin quererlo quedó de frente al espejo de la puerta del ropero. Se miró.
-Qué hacés Sofi, que harás, qué hiciste de vos, qué querrás desde ahora. Te quedaste sola con semejante casa, vas a seguir cobrando la pensión de papá, ahora la de mamá también, tenés laburo ¿qué vas a hacer con tanta guita en la carterita? ¿vas a alquilar un machito para que te coja bien? ¿vas a comprarte un auto nuevo o vas a mandar al taller el de papá? ¿te la vas a patinar en joda, chupi y merca? ¿la vas a guardar y que se pudra en el banco? decidite Sofi, estás sola ahora. Vas a hacer lo que se te cante la gana de tu vida... ¿qué vida? ya tenés 37 años... mirate un poco... sacale el polvo al espejo... mirate... dale, con ganas, mirate bien- hablaba sola entre dientes. Hizo unas poses y se reía de su ridiculez. Pronto entendió.
-No está mamá, boba, disfrutá del ridículo- se sacó el pijama y quedó en ropa interior. Ahora se miró más seria. Lo que el espejo devolvió la conformó. Pese a la edad, no tenía estrías ni celulitis ni arrugas, necesitaba una depilada en las piernas y la entrepierna. Siguió buscando qué ponerse cuando sonó el teléfono.
-Hola Sofi, soy Mechi-
-Hola, boluda, estoy por meterme al baño ¿cómo andás?-
-Bien, pensando en vos. ¿querés que nos veamos a la tarde, cuando vuelva del laburo?-
-Che, y tu marido no dice nada que andás mucho conmigo ahora-
-No, ni se molesta. ¿te veo?-
-Dale, si no se molesta nos vemos-
-Bueno, te paso a buscar por tu casa-
-Te espero- ya cortaba Sofía.
-Sofi...- gritó Mercedes.
-¿Qué te olvidaste de decirme?-
-Que estuve pensando en el café de anoche...-
-Mirá qué cosa, lo mismo yo, me acordé de vos apenas me desperté-
-¿Estabas en la cama?-
-Obvio, no tengo ganas de volver a laburar por ahora-
Cortaron y se metió a la ducha.
Ya bajo el agua, volvió al café de anoche. Bastó que se enjabone para sentir ese calor dormido. La palabra "coger" empezó a retumbar en su mente.
-Uf, coger....- se repitió Sofía. Cayó la esponja y su mano enjabonada resbaló en su vulva.
-Uf, hace cuánto que no me cogen...- sus dedos hicieron el resto.
-Uf, quiero chupar pija... - se secó y corrió a su cama. Se acostó boca abajo y siguió masturbándose. Se puso boca arriba y se vio en el espejo del ropero. Observarse con los dedos entre sus labios la puso más loca.
-Quiero que me cojan, no doy más- y pronto acabó. Se miró la concha toda mojada de flujo, las sábanas manchadas, y estaba muy agitada.
-Qué placer, pero necesito sentir una pija dura adentro-
Zurück zum glück
Hace 7 años